Sí, comer carne daña el planeta
- talkingreen
- 14 abr 2019
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 8 jul 2019
¿Por qué dicen que la producción de carne es perjudicial?
Paula García. València
El cambio climático que sufre el planeta es una noticia de la que todo el mundo es consciente, aunque esto no la haga menos alarmante. Diversos factores contribuyen a esta situación, desde los medios de transporte hasta el uso de la energía proveniente de combustibles fósiles, pasando por las diversas industrias. Sin embargo, uno de los mayores factores que contribuyen al cambio climático y, en general, al desajuste natural que se está produciendo en el planeta es la producción de algo que para muchos es considerado un manjar: la carne y los de productos de origen animal.
Un buen bistec, un pollo asado, unos huevos revueltos, un vaso de leche, el jamón serrano... todos estos productos conllevan un impacto medioambiental mucho mayor de lo que se imagina.
La carne ha pasado de constituir una pequeña porción de nuestra dieta a estar presente en prácticamente todas nuestras comidas. A día de hoy se añaden productos de origen animal a prácticamente cada plato de nuestro menú, hasta al plato vegetal por excelencia, la ensalada, lleva constantemente algún añadido como huevo, atún o pollo.
Sin embargo, la mera existencia (o ingesta) de estos animales no es el problema, sino que es el exceso de su consumo lo que causa daños irreversibles. Esta industria de producción en masa rompe el orden natural, y sus efectos en los ecosistemas son devastadores.
Son muchos los motivos por los que la producción de carne es considerada dañina para el planeta. De hecho, según estudios como el de la organización de investigación sobre el medio ambiente World Watch, únicamente el ganado y sus subproductos representan al menos 32.000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) por año. Esto junto al resto de gases que se producen en el desarrollo de la actividad ganadera constituyen aproximadamente el 51 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, diversos estudios como el publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), aseguran que el ganado es responsable del 65 % de todas las emisiones de óxido nitroso, un gas con aproximadamente 296 veces el potencial de calentamiento global del dióxido de carbono y que permanece en la atmósfera durante 150 años.
Pero las emisiones de la producción no son el único problema, el abanico de factores es muy amplio. Otro de los problemas que conlleva esta producción masiva de animales es la inmensa cantidad de residuos que estos producen. Según un estudio de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, una granja con 2.500 vacas lecheras produce la misma cantidad de residuos que una ciudad de 411.000 personas. No obstante hay una diferencia clave entre estos, ya que los desechos humanos se tratan antes de tirarlos al medio ambiente para reducir los impactos negativos que puedan suponer, algo que no pasa con la cantidad masiva de desechos de los criaderos.
La contaminación es indiscutiblemente un problema al que ya nos enfrentamos, sin embargo los efectos van mucho más allá, ya que la industria cárnica afecta a su vez a otros recursos esenciales.
Tanto Water Footprint Network como la FAO afirman que, a nivel mundial, el 70 % de todo el agua dulce en uso, un recurso que es cada vez más escaso y valioso, es destinado a la agricultura cuya producción se destina en su mayoría a la alimentación del ganado. Para ponerlo en perspectiva, tan sólo para producir un kilo de carne de ternera se necesitan 15.000 litros de agua, 50 veces más de lo necesario para cultivar un kilo de verduras.

El agua supone un bien escaso, y su disminución se acelera debido sobretodo a los efectos traídos por el cambio climático, que incrementan las sequías y las condiciones climáticas extremas. La necesidad de agua será cada vez mayor, así como lo será la necesidad de adaptación a la sequía de nuestros alimentos.
Tal y como señala el profesor, investigador, y Doctor honoris causa de la Universidad Politécnica de Valencia Jaime Prohens Tomás, "la producción de alimentos con menos agua es una prioridad global y la necesidad de cultivos más resilientes y que aprovechen mejor el agua es esencial para afrontar este problema". Por este motivo el mantenimiento de la producción masiva de carne, un alimento con una huella hídrica tan grande, es simplemente insostenible.
Por otro lado, diversos estudios consideran la agricultura animal como la causa principal de la extinción de especies, la contaminación del agua y la destrucción del hábitat natural debido a que cada vez se destruyen más zonas naturales para la cría de ganado. Estas zonas suponen actualmente, según indica un estudio del Instituto Internacional de Investigación Ganadera, el 45 % del suelo total de la tierra.
Sin ir más lejos, según datos del World Bank, las principales causas de la destrucción de la selva tropical amazónica, el bosque tropical más grande del mundo, son la cría de ganado y el cultivo de cosechas destinadas a la alimentación de éste. Este lugar libera un 20 % del oxígeno del planeta, por lo que es esencial para mantener el equilibrio climático, especialmente por su función productora de oxígeno y absorbente del dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera. Además contiene la mayor cuenca hidrográfica del mundo con aproximadamente una quinta parte del total de agua dulce disponible en el planeta, con lo que su destrucción llevaría a una pérdida inmensa de recursos naturales esenciales que ya son escasos.

Por otro lado, el informe anual de la Plataforma Intergubernamental sobre la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (IPBES) indica, junto con las miles de confirmaciones de científicos y organizaciones, que nos encontramos ante una pérdida de especies alarmante y sin precedentes: la mayor extinción de especies en 65 millones de años.
A raíz de la sobreproducción y sobreexplotación de ciertas especies, junto con la deforestación de zonas naturales y la desaparición de la biodiversidad que en ellas habitan, la tasa de extinción de especies se ha multiplicado por más de cien.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente lo confirma, añadiendo que cada día se pierden unas 150 especies debido a la destrucción de estas zonas, lo que ha llevado a que un millón de especies ya estén en peligro de extinción, tal y como corrobora IPBES.
Esta pérdida la han acelerado también otros factores como el uso desmesurado de recursos naturales limitados como el agua dulce, la contaminación atmosférica y de otras zonas del planeta como los océanos y, en resumidas cuentas, el desequilibrio que se ha causado en los ecosistemas.

Un grupo de investigadores ha usado la base de datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) para estimar el ritmo actual de extinción de especies, confirmando con los resultados de su estudio la hipótesis que miles de científicos llevan años formulando: estamos viviendo la sexta extinción masiva de la historia. Pero esta vez hay una diferencia clave con respecto a las cinco anteriores, y es que ésta no ha sido causada por un fenómeno natural, sino que es la única provocada por una especie: la humana.
La cría y producción masiva de especies para su consumo conforma uno de los factores principales en el desequilibrio natural, por lo que es esencial hacer de la regulación de este sector una prioridad en las negociaciones climáticas. Sin embargo, esta producción parece haber quedado olvidada en todas las negociaciones hasta el momento. El cambio climático demanda atención urgente, y tratar de aumentar los beneficios económicos provenientes de esta industria, mientras se lucha por reducir las emisiones del efecto invernadero y la contaminación del planeta es, simplemente, contradictorio.
[ Créditos imagen de portada: EFE. ]
Commentaires